"Entre todas las intervenciones técnicas modernas ninguna tiene tanto impacto en la medicina del siglo XIX como la electricidad.
Alrededor de 1750 se multiplican las experiencias de electrización.
Los trabajos de Galvani, Faraday, Andrew Cross y otros, se llevan a cabo de manera simultánea en diferentes países y son fascinantes: se atribuye al electromagnetismo la capacidad de aliviar la mayor parte de enfermedades, incluidos los problemas mentales. La importancia que se da a la electricidad responde al rechazo del modelo humoral para beneficiar el punto de vista que deja lugar a los nervios, espasmos y convulsiones. Considerados como algo en común por la élite médica, las electroterapias también son particularmente populares entre 1850 y 1900, para lo mejor y para lo peor...
La era del artilugio eléctrico médico dudoso comienza con el galvanismo terapéutico de Elisha Perkins (1741-1799). Éste recibe en 1776 la primera patente para fabricar aparatos médicos bajo a nueva Constitución de los Estados Unidos para sus tractores metálicos. Perkins, fuera de la naturaleza, siempre activo, trata de mezclar lo que aprende en los libros con su experiencia o intuición.
En la segunda mitad del siglo XIX abundan las electroterapias alternativas. Llaman la atención los adminículos con sus promesas de curación el cáncer, artritis y otros problemas. En las revistas estadounidenses aparecen anuncios que hacen elogio de fluidos magnéticos en todas sus formas: Galvanic Belts (cinturones galvánicos), Electric Insoles (suelas eléctricas), Electro-Magnetic Wrist-Bands (bandas electromagnéticas)...
Todos estos artículos utilizan una imaginería seudocientífica para alabar los méritos de la electricidad médica.
A principios del siglo XX, las frases que aluden a los principios voltaicos o galvánicos siempre surten efecto. En 1905 se patenta un collar-arnés que prepara el terrero a la familia de cinturones I-on-a-co, para colocarse alrededor del cuerpo y que es propuesto por Gaylord Wilshire.
En general el mercado estaba lleno de timos vulgares contra los que la justicia con frecuencia resulta impotente. Por ejemplo, hay que esperar a 1933 para que las autoridades sanitarias prohíban la publicidad que caracteriza como aparato médico al Theronoid, que sus promotores aconsejan para atender todas las enfermedades, de la constipación a la parálisis.
El fin del siglo XX está lejos de ver a la medicina magnética retroceder, como lo atestigua el imán Tectonic y otros productos equivalentes. Las palabras claves son las mismas y solo han evolucionado, aunque ligeramente, las justificaciones terapéuticas...."
Para seguir con esta lectura interesante os dejo el enlace de google books del libro,
"Historias paralelas de la medicina: De las flores de Bach a la osteopatía", de Thomas Sandoz.
*https://books.google.es/books?id=OYE1NjNdXbYC&pg=PT286&lpg=PT286&dq=t%C3%A9cnicas+medicina+finales+siglo+XIX+electricidad&source=bl&ots=Kx578IOzgs&sig=Hv81y4wwBYqASveetH1OY_Eyv0k&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiI6sDDsdfZAhVGzxQKHXyVCiEQ6AEISDAG#v=onepage&q=t%C3%A9cnicas%20medicina%20finales%20siglo%20XIX%20electricidad&f=false
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