Detalles que suceden de cara al público:
Un cliente se ha percatado de las ruedecillas de un pequeño sofá francés que tengo en el escaparate y me ha preguntado el por qué de las ruedas. Si era por comodidad o porque eran muy vagos y para no moverse demasiado. Por lo que le di una versión resumida de lo que ahora paso a contaros.
Para entender el por qué de estos añadidos en las patas de las sillas, butacas, tresillos y demás muebles del hogar desde principios del siglo XX para atrás, debemos pensar primero en el uso de la calefacción en los hogares. (Os prometo que no me estoy yendo por los cerros de Úbeda).
Hagamos memoria y pensemos que la calefacción como tal, esos tubos que recorren las paredes de nuestro hogar llenándolo de calor, no llegó a nuestras casas hasta principios del siglo XX.
Por supuesto que antes tenían que calentarse de alguna manera, pero hablamos de chimeneas, calefactores, braseros... No suficientes para calentar cada rincón de las frías viviendas, sobre todo de los países más al norte.
Aunque si bien es cierto que la calefacción fue usada por primera vez allá por el 300 a.C con el sistema llamado hipocausto de invención griega (qué no inventarían ellos), este uso sólo se daba para las termas, ya que precisaban de dos estancias separadas para poder hacer circular el calor y muchísimo material para poder hacerlas funcionar.
Por esta razón se llenaban las casas, palacios y castillos de los mas pudientes de todo tipo de telas, desde alfombras a tapices(pensad en la Edad Media con esos castillos rebosantes de tapices y alfombras por doquier. Sí, muy bonito, pero también eran porque hacía un frío para morirse). Que sí, decoraban y daban aspecto de majestuosidad a la estancia y recordaban con sus imágenes el poderío del habitante, pero también servían para dar calidez y mantener la temperatura en el interior de la casa.
Por esta razón a los muebles, ya hablando de los muebles del siglo XIX hacia atrás, se les colocaban ruedas de metal o porcelana para que pudiesen moverse con mayor facilidad por encima de las cientos de alfombras que cubrían los fríos suelos de las casas.
Sobre estas líneas os dejo a la responsable del discurso que os acabo de dar. Una pequeña descalzadora francesa con ruedas de porcelana del siglo XIX. La cual, por cierto podéis ver en persona en tienda.